Por Natalie Romano

De ayudar a los pobres hasta construir una Iglesia Católica unida, cuatro seminaristas caminan hacia el sacerdocio con grandes ambiciones. El Obispo Alberto Rojas ordenará a estos hombres el 28 de mayo en el Sagrado Corazón en Rancho Cucamonga.

El Diácono Andrés Rivera

Esta no es la primera Ordenación a la que ha asistido Andrés Rivera, pero esta vez, el estará tomando votos en vez de apuntes: el Diácono Rivera antes era un reportero para el periódico del BYTE. Será el primer empleado de la Diócesis que se convierte en un sacerdote diocesano.

El Diácono Rivera recuerda la primera vez que vio a los candidatos sacerdotales postrados y el impacto que tuvo sobre él. “Fue mi primer trabajo como fotógrafo para el BYTE. Solo recuerdo que mis ojos se llenaron de lágrimas y reconocí que este es un acto de entrega total a Dios,” dijo el Diácono Andrés Rivera. “Tuve que tomar un momento para calmarme.”

En ese tiempo, Rivera pensaba que la mejor manera en que podía servir a su iglesia era a través de trabajar para la Diócesis y ser voluntario en su parroquia de San José en Fontana. Sin embargo, al paso de los años se encontraba pensando más sobre el ministerio que en los medios de comunicación.

“Cuando entrevistaba a los sacerdotes, ocasionalmente les hacía preguntas pequeñas que eran para mí, como, por ejemplo, ¿‘Como es la vida de un sacerdote?’” admite el Diácono Rivera. “Era una manera de discernir mientras estaba trabajando. Mi trabajo en la Diócesis me ayudó a confirmar que la vida sacerdotal era mi verdadero llamado.”

Ahora, siete años después, el Diácono Rivera está terminando sus estudios en el Seminario de la Asunción en San Antonio. Dice que los seminaristas están recibiendo consejos finales sobre como navegar el primer año de sacerdocio, por ejemplo, como mantener una vida espiritual mientras al mismo tiempo manejar los asuntos prácticos de administrar una parroquia.

“Ya no vamos a estar dentro de ese ambiente del seminario y estamos un poco nerviosos,” explica el nativo de Los Ángeles. “Pero también es emocionante porque vamos a estar en el ambiente de la parroquia y eso es lo que anhelan nuestros corazones.”

El Diácono Rivera dice que pudo utilizar sus habilidades en medios de comunicación durante su interinato en la parroquia de Santa Madre Teresa de Calcuta en Winchester y planea hacer lo mismo en su parroquia futura al escribir para el boletín de la parroquia o comenzar un blog. Admira a San Francisco de Sales, el santo patrono de escritores católicos, cuyo trabajo llevaba a las personas a convertirse a la fe. El futuro sacerdote también quiere promover la confesión, aunque sabe que es difícil.

“Creo que el Sacramento de la Reconciliación es un encuentro bello con Cristo; es un encuentro sanador,” dijo el Diácono Rivera. “Me encantaría poder hacerlo más disponible y popular.”

Ya que la ordenación es en solo un mes, siempre surge la pregunta: ¿Estoy listo? Este Diácono de 35 años recuerda lo que le dijeron en un retiro canónico: nadie está nunca totalmente preparado, pero la verdadera pregunta es si estas preparado para comenzar. El Diácono Rivera dice que sí.

“Estoy muy emocionado por comenzar esta nueva jornada. Mi amor por Dios y mi amor por su pueblo me han traído aquí. Estoy listo para dedicar todo mi ser a Su pueblo y espero que será el gozo de mi vida servir a esta diócesis,” dijo él.

El Diácono Michael Arinze Ezeoke

La vida de Michael Arịnze Ezeoke cambió completamente cuando dejó su casa en Nigeria para un nuevo comienzo en América a la edad de 16 años. Con gran determinación, logró convertir la experiencia de un shock cultural a llegar a tener amigos de varias culturas.

“Fue un mundo completamente diferente en todas las maneras posibles,” dijo el Diácono Michael Arịnze Ezeoke. “Tenía que aprender a adaptarme continuamente, a escuchar a las personas, a comprenderlas.”

Su experiencia, aunque desafiante, lo hizo consciente de que todas las perspectivas merecen ser escuchadas.

“En el ministerio, siempre es importante para mí prestar atención a mi manera de ver las cosas y también prestar atención a la perspectiva que tienen otras personas,” dice el diácono de 28 años. “Esto no significa que no podemos trabajar juntos, que no nos podemos escuchar, que no nos podemos relacionar los unos a los otros.”

El Diácono Arinze dice que las personas de diferentes razas y culturas no siempre son comprendidas por la sociedad en general. Eso es algo que él ha experimentado personalmente, especialmente cuando él es el único hombre afroamericano en una reunión.

“Eso carga mucha responsabilidad y muchas expectativas,” dice el Diácono Arinze. “Experimentas la ignorancia de las personas. Dicen tantas cosas incorrectas.”

A lo largo de sus siete años como seminarista, el Diácono Arinze quería mejor entender la experiencia Afroamericana. Por lo tanto, durante su tiempo en el Seminario de la Asunción, estudió en el Instituto Sankofa en la Escuela de Teología de los Oblatos. Los estudiantes aprenden la historia de fe Afroamericana tanto como el liderazgo pastoral. El Diácono Arinze dice que le gustaría ver a más personas negras en las bancas de las iglesias.

“Nuestra iglesia es hermosa. Tenemos tantos recursos y riquezas que son para todos,” dice el Diácono Arinze. “Cuando lleguemos a darle la bienvenida a todos a la mesa, será a través de la Gracia de Dios.”

Además de ser inclusivo, el Diácono Arinze quiere ser un sacerdote que acepta la voluntad de Dios. Dice que aprendió la importancia de esto durante su interinato en la parroquia de San Pedro y San Pablo en Alta Loma.

“Tenía varios sueños de lo que iba a ocurrir durante mi interinato, pero por su supuesto que ninguno de ellos ocurrió por la pandemia,” dijo el Diácono Arinze. “De esta experiencia…siento que me he abierto más y me hecho más dependiente de Dios.”

El diácono dice que está agradecido por tener a sacerdotes como el Padre Benedict Nwachukwu-Udaku y el Padre Cletus Imo que lo guiaron, los parroquianos en el Sagrado Corazón en Rancho Cucamonga que lo animaron a él y su madre que compartió con él su gozo en servir y su amor por la música.

“Cuando era niño, mi madre siempre me llevaba a sus prácticas de coro. Siempre servía en el ministerio de música,” recuerda el Diácono Arinze. “La música se ha convertido para mí en un instrumento importante para la oración y un camino para unir a las personas en oración.”

Ya que la ordenación es en tan solo unas semanas, el Diácono Arinze dice que se está preparando para su papel como sacerdote y como líder parroquial. Y mientras que es una posición que él toma muy en serio, como el menor de seis hijos también le ve el humor.

“Siempre he sido el bebé de la familia y ahora me van a llamar Padre.”

El Diácono Ismael Valenzuela-Salazar

Con partes iguales de alegría y humildad, Ismael Valenzuela-Salazar está listo para hacer sus votos.

“Estoy muy emocionado de estar presente frente el Obispo y la comunidad porque estamos siendo ordenados para la comunidad,” dijo el Diácono Valenzuela-Salazar. “Haré lo mejor que pueda para el pueblo de la Diócesis de San Bernardino.”

Ha sido un largo camino para llegar a este punto. El Diácono Valenzuela-Salazar ha sido un seminarista por 13 años, comenzando en su ciudad nativa de Ensenada, México. Cuando se mudó a los estados unidos tuvo que aprender inglés antes de completar su educación en el Seminario de St. John en Camarillo. Ya que sea sacerdote, el diácono de 36 años, dice que seguirá dependiendo de Jesús que lo guíe, pero también siente una devoción especial a San José.

“Creo que, como futuro sacerdote, San José es un maravilloso ejemplo de como ser justo y misericordioso,” dijo el Diácono Valenzuela-Salazar. “La mayoría del tiempo pasa desapercibido por su vida sencilla y su manera tranquila. Yo me identifico con San José porque soy introvertido.”

Aunque el Diácono Valenzuela-Salazar prefiere estar “detrás del escenario,” quiere ser una presencia fuerte y gozosa en su nueva parroquia. También dice que ayudar a los necesitados es una prioridad.

“Vine de una familia pobre y se lo que es sufrir,” dijo el Diácono Valenzuela-Salazar. “Me siento llamado a trabajar con los más vulnerables en todas sus formas.”

Su parroquia es Cristo el Redentor en Grand Terrace pero igualmente se siente conectado a la parroquia donde hizo su interinato la Comunidad Católica de Santa Kateri Tekakwitha en Banning/Beaumont. Se refiere al tiempo que pasó ahí como una “experiencia maravillosa” por los parroquianos amables y los sacerdotes comprometidos.

“Lo que más me sorprendió es que los tres sacerdotes son muy diferentes en sus perspectivas sobre la teología,” dijo el diácono. “Sin embargo se relacionan muy bien y se respetan el uno al otro…Trabajan juntos en su misión compartida.”

Mientras se acerca la Ordenación, el Diácono Valenzuela-Salazar está en su propia misión de ser un buen pastor para sus futuros parroquianos. Dice que siente esa responsabilidad con la misma humildad que admira en San José.

“Estoy consciente de que estaré ayudando a los demás en sus caminos individuales, yo todavía estoy caminando con Cristo. Todavía estoy trabajando en mi persona …Todos estamos en el mismo barco.”

El Diácono Jorge Téllez

Ser un sacerdote entre el pueblo: esta es la meta del Diácono Jorge Téllez. Después de 10 años en el seminario, está convencido de que los parroquianos quieren ver a sus clérigos en la comunidad.

“Quiero que las personas digan, ‘Míralo a él, es tan alegre. Está en el gimnasio, está en el cine, pero también está orando,” dice el Diácono Téllez. “Es diferente a mí, pero igual a mí.”

El diácono de 32 años dice que fue influenciado por el párroco de su parroquia, el Padre Javier González, antes asignado al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en Riverside.

“Estaba un poco perdido en mi vida, estaba tratando de encontrar el camino al ir más a la Misa, a través de hacer mas oración,” dice el Diácono Téllez. “El Padre Javier fue alguien que hizo que el sacerdocio pareciera atractivo y algo que yo quería. Tenía un gozo sobrenatural. El tenía lo que mi alma estaba buscando.”

El seminarista de St. John dice que después tomo inspiración del Padre Michael Miller y la parroquia de Santa Margarita María en Chino, donde hizo su interinato. Diácono Téllez dice que presenció con admiración las horas incontables que dedicaban el sacerdote y los parroquianos.

“Esto realmente me impresionó…su generosidad de corazón y su servicio a la parroquia,” dijo el Diácono Téllez. “Esto afectó mi vida de tal manera. No esperaba que esto ocurriera.”

El nativo de México dice que está un poco nervioso al comenzar su nuevo ministerio, pero espera con emoción poder celebrar la Misa y al igual al Diácono Rivera, escuchar las confesiones. También quiere animar a las personas jóvenes a que dejen sus teléfonos y recojan su fe.

“Es parte de nuestra responsabilidad decirles que esto es lo que estás buscando, esto es lo que tu corazón te está diciendo,” dijo el Diácono Téllez. “Yo creo que las personas jóvenes están buscando la autenticidad y la sinceridad, yo entiendo que la manera en que les explicamos nuestra fe hace una diferencia.”

El Diácono Téllez dice que su abuelita fue la que hizo una diferencia para él, enseñándole lo básico como rezar antes de comer y como rezar el rosario. Ahora él quiere enseñarles a las personas como ser Católicos también y como ser fans de su propia fe y el uno del otro. Pensemos en el equipo de Beisbol de los Angels.

“Los fans (de los Angels) son como una familia grande. Creo que esto es lo que necesitamos en nuestra fe. Tendemos a enfocarnos en las diferencias en idioma o cultura. Pero se nos olvida que todos somos Católicos. Compartimos la misma fe. Necesitamos seguir a Cristo juntos. Esta es nuestra misión”

Natalie Romano es una escritora independiente y una parroquiana en El Santo Nombre de Jesús en Redlands.