El personal de Santa Adelaida apenas podía creer lo que veían cuando miraron por la ventana de la oficina parroquial y observaron como agentes de ICE perseguían a un grupo de trabajadores de jardinería por su estacionamiento el 20 de junio. El incidente terminó en el arresto de los jardineros.
Ese mismo día, un feligrés, por muchos años, de Nuestra Señora de Lourdes en Montclair fue arrestado en la parroquia mientras desempeñaba sus labores de jardinería. Él y su familia han servido en la parroquia por más de una década en educación religiosa y como monaguillos, entre otros ministerios. Su hijo mayor sirvió en la Guardia Nacional del Ejército por 12 años.
«Mi papá es muy trabajador y siempre ha sido un hombre honesto», dijo su hijo mayor, cuyo nombre se mantiene en el anonimato para proteger la privacidad y seguridad de la familia. «Me enseñó a querer a mi país. Él es la razón principal por la que me enlisté en el ejército».
Aparte de estar en el país sin documentos, el hombre de Montclair no tiene antecedentes penales. Si bien el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) sigue afirmando que el objetivo principal de las redadas es expulsar a delincuentes violentos, las estadísticas que ICE publicó a principios de julio señalaron que el 71 % de los arrestados en las redadas migratorias no tenían antecedentes penales.
En un pronunciamiento del 23 de junio, el obispo Alberto Rojas censuró las redadas por «apresar a hermanos y hermanas de forma indiscriminada». Incluso un sacerdote de nuestra diócesis, el padre Gerald Vidad, párroco de la Iglesia de San Antonio en Upland, pudo haber sido víctima de la arbitrariedad de las actuales medidas migratorias. Un vehículo sin identificación lo siguió y lo detuvo frente a la rectoría donde vive. Un agente con uniforme marrón y mascarilla le preguntó sobre su domicilio, usando el intercomunicador del vehículo. El padre Vidad indicó que una vez que él le mostró su pasaporte al oficial, el vehículo se marchó de inmediato.
—Sentí un poco de miedo —dijo el padre Vidad—. Probablemente por mi aspecto, sospecharon que era indocumentado
Sentimientos de miedo, ansiedad y persecución se han generalizado en la parroquia de Nuestra Señora de la Soledad en Coachella, afirma el Padre Francisco Gómez, S.T., párroco de la feligresía, quien añadió que cree que el estrés que ocasionan las redadas migratorias puede provocar un aumento en el abuso de alcohol y drogas, la violencia intrafamiliar e incluso el suicidio.
«La gente tiene miedo de ir a la escuela, las familias tienen miedo de ir al supermercado», señaló. «El miedo es increíble».
En respuesta a la situación, Nuestra Señora de la Soledad ha celebrado vigilias de oración el tercer y cuarto lunes del mes y ha comenzado un nuevo ministerio para entregar alimentos a quienes tienen miedo de salir a comprarlos.
Se pidió que se leyera el pronunciamiento del obispo Rojas en las misas del fin de semana del 28 y 29 de junio. Algunos sacerdotes, entre ellos el párroco de Nuestra Señora de Lourdes, el Padre Clarence Saldua, MS, abordaron el tema en su homilía. El padre Saldua admite que los feligreses expresaron opiniones encontradas: algunos le manifestaron su apoyo y respaldo, mientras que otros le dijeron que éste no era un tema que la Iglesia debiera abordar.
«No es una postura política», responde el padre Saldua. «Todos debemos unirnos para proteger a los más vulnerables».
El padre Elmer Galiza, MS, párroco de San Pablo Apóstol en Chino Hills, se ha encontrado con una similar reacción discrepante desde que se leyó el pronunciamiento.
«Siempre les digo que nuestros desacuerdos no deberían causar división entre el Cuerpo de Cristo, sino favorecer la comprensión y aceptación entre nosotros».