Por Sandra Perez-Ramirez
Del 15 de septiembre al 15 de octubre se celebra el Mes de la Herencia Hispana, un periodo para honrar las contribuciones culturales, históricas y espirituales de las comunidades hispanas y latinas en Estados Unidos. En la Diócesis de San Bernardino, esta celebración va más allá de un mes: es una oportunidad constante para recordar nuestras raíces y fortalecer la fe católica.
En una entrevista de 2022 con el National Catholic Reporter, el obispo Alberto Rojas declaró que en la Diócesis de San Bernardino “todo es ministerio hispano. No hay parroquia donde no se necesite el español. Probablemente sea una de las diócesis más diversas del país.”
Según las estadísticas proporcionadas por las parroquias a la Oficina Diocesana de Planificación Pastoral para el año 2023-24, aproximadamente el 59 por ciento de los católicos en la diócesis son hispanos. Además, la información sobre la asistencia a Misa proporcionada por la Oficina de Planificación Pastoral muestra que, a partir del año 2022-23, más católicos en la diócesis asistieron a Misa en español que en inglés.
En este marco, el reverendo Francisco Gómez Aguilar, S.T., líder de la Iglesia de Nuestra Señora de la Soledad en el Valle de Coachella, resalta el papel de los hispanos en la vida de la Iglesia. Para él, comprender esta presencia implica reconocer tres elementos fundamentales: la diversidad, la esperanza y la memoria.
“El mundo hispano no es homogéneo,” explica. “A veces se nos quiere ver como una sola voz, pero en realidad hay una gran riqueza de culturas, tradiciones y experiencias. Eso hay que reconocer desde el inicio.”
El sacerdote recuerda también que los católicos hispanos representan un horizonte de esperanza para la Iglesia en Estados Unidos. “Basta mirar los Encuentros y el trabajo de teólogos como Timothy Matovina para ver que nuestra comunidad es portadora de futuro. La fe hispana es vibrante, juvenil y llena de vida,” asegura.
Pero el tercer elemento, quizá el más entrañable, es el recuerdo. En español, “recordar” significa también “tocar el corazón.” Y para el padre, esa memoria se ancla en la familia: “En mi casa todos pertenecían. Tíos, primos y amigos llegaban y entraban sin tocar la puerta. Eso es muy hispano: el hijo o sobrino descarriado siempre podía volver, ser acogido, cuidado y sanado.”
Las enseñanzas de su padre siguen presentes en su memoria: “Cada uno de ustedes es como los dedos de mi mano, diferentes, pero parte de la misma mano.” Esa visión de unidad y pertenencia, dice, es parte de la identidad hispana. Incluso frente a la muerte, los hispanos encuentran símbolos de esperanza. “Mi padre solía decir: y la mazorca comienza a desgranarse. Para nosotros, más que el trigo, el maíz es símbolo de vida. Un grano puede caer, pero de esa caída brota fruto al ciento por uno.”
Sin embargo, reconoce que la comunidad hispana enfrenta obstáculos serios. “La pobreza estructural, las heridas del colonialismo y la marginación social muchas veces impiden que podamos compartir plenamente nuestros dones. Incluso cuando ofrecemos nuestra espiritualidad, a veces se nos rechaza,” lamenta.
El sacerdote recuerda un ejemplo: un joven que llegó a la iglesia buscando agua bendita. “Conversamos y poco a poco regresó a la fe. En lugar de rechazar su petición, un hermano sacerdote dijo algo profundo: siempre estamos buscando a Dios. Eso es lo que debemos aprender: en la piedad popular hay una búsqueda sincera del Señor.”
Por ello, insiste en que la Iglesia no puede permitirse divisiones internas. “Ser Iglesia es siempre ser un nosotros, nunca un ‘ellos y nosotros.’ Cuando celebramos el Mes de la Historia Afroamericana, hablamos de ‘nuestra herencia.’ Lo mismo debe suceder con lo hispano.”
La Diócesis de San Bernardino trabaja todo el año para promover la unidad cultural mediante programas que fortalecen la identidad, la fe y los lazos comunitarios. “La comunidad hispana aporta esperanza, generosidad y compromiso. Reconocer y celebrar estos dones nos hace más fuertes como Iglesia,” agrega el reverendo Gómez Aguilar.
Finalmente, el sacerdote subrayó lo significativo de que septiembre sea el Mes de la Herencia Hispana, recordando las luchas por la independencia en Centroamérica y Sudamérica. “La antorcha de la independencia se encendió el 15 de septiembre, y los sacerdotes a menudo estuvieron al frente proclamando la libertad, muchos pagando con su vida. Este acto de recordar llama a la comunidad hispana y a la Iglesia a la justicia social, a compartir sus dones con valentía y a vivir con esperanza y solidaridad.”
El Mes de la Herencia Hispana nos recuerda que la fe, la familia y la cultura hispana son un legado vivo que fortalece nuestra diócesis y celebra la riqueza de nuestras raíces.