Por Rosa Gouveia y Karina Gómez

 Como católicos, nuestra respuesta es: “¡Sí!” Aunque, sin embargo, nuestra frágil humanidad, espíritus desanimados y pensamientos influenciados por la pandemia nos llevan a cuestionarlo. Las cosas cambian continuamente y no obtenemos las respuestas que queremos escuchar; la realidad del Covid-19 nos trae tanto dolor y duda.

 A pesar de todo, ¡nuestro Dios permanece fiel y está siempre presente! Nuestro Dios amoroso comparte nuestra vida a través de Cristo y en Su propia muerte física nos acompaña a la profundidad de nuestra vida terrenal. Jesús también nos da el don de la ESPERANZA a través de la Resurrección, que nos asegura una nueva vida con nuestro Dios amoroso. En Él, con Él y a través de Él, celebramos el misterio pascual que hace toda la diferencia en el mundo para nosotros como Católicos. Sabemos que no estamos solos; nuestro Dios está siempre con nosotros y Él provee.

 Los primeros 24 días de diciembre caen durante el tiempo litúrgico conocido como Adviento y están representados por el color litúrgico morado – símbolo del dolor de un corazón contrito. Los días restantes marcan el comienzo de la temporada navideña. El color litúrgico cambia a blanco u oro, símbolo de alegría.

 En el mes de diciembre se celebran 15 fiestas litúrgicas, las cuales proporcionan ejemplos de aquellos, que, a pesar de sus limitaciones humanas, confiaron en la promesa de la salvación de Dios. Durante este tiempo, también celebramos a María como ejemplo de alguien elegido y quien sigue siendo un instrumento fiel de la presencia de Dios. Ella es la portadora original de la esperanza, quien vive sabiendo y confiando que el amor de Dios es todo lo que necesitamos. Estas fiestas nos recuerdan a aquellos que sirven como testigos del amor salvador de Dios y de la presencia perdurable del Espíritu.

 El Adviento se centra en recordar la primera venida de Cristo en Belén, que luego dirige nuestra mente a la segunda venida de Cristo al final de los tiempos. Todo el mundo se está preparando para la Navidad - sin embargo, estamos tan ocupados con los preparativos materiales que a menudo perdemos de vista la verdadera razón de nuestra actividad. Estamos llamados a celebrar a Cristo que vive en nosotros y con nosotros todo el tiempo. ¿Estamos buscando a Jesús? ¿Seguimos enfocados en Cristo?

 Celebremos verdaderamente la Navidad como un tiempo intencional para reconocer la presencia de Dios en nuestra vida. Como un niño que anticipa ansiosamente recibir un regalo, nombremos y proclamemos con alegría dónde encontramos a Dios en nuestra vida. Porque nosotros somos hijos de Dios, a quienes se nos recuerda que hemos recibido el mejor regalo: ¡Cristo mismo, que viene a morar en nosotros!

 Aunque la pandemia añade verdadero estrés y miedo, no perdamos de vista que Cristo vive al nuestro rededor entre nosotros y con nosotros. Recordémonos los unos a los otros de la presencia de Dios. Busquemos señales de esperanza al mismo tiempo que nos esforzamos por traer esperanza a los demás. ¡Continuemos unidos en oración a un Dios siempre fiel quien nos acompaña durante esta pandemia y más allá!


Rosa Gouveia es la Directora Diocesana de la Oficina para el Ministerio de la Catequesis y Karina Gómez es la Coordinadora de los Vicariatos del Lado Oeste y Riverside de la Oficina para el Ministerio de la Catequesis.