Por Petra Alexander
Al Papa Francisco se le ha llamado el Primer Papa de la era Global, porque su enseñanza parte de la comprensión del mundo globalizado, cuya actividad económica ha dejado a tantos “descartados”. Nuestra sociedad global compite por los mercados y genera una violencia intolerable que convierte a las víctimas en refugiados y asilados, se suman los desastres climáticos y los conflictos religiosos, que expulsan a numerosas personas al desplazamiento. Para el Papa Francisco, la inmigración no se soluciona castigando a quienes rompen leyes al cruzar una determinada frontera de la geografía política, sino interviniendo en las dinámicas sociales que generan la actual movilidad humana.
¿Por qué el magisterio del Papa Francisco sobre la inmigración generó tanta controversia? Porque no se comprendió su tejido entre la Doctrina Social Católica y los temas de su pensamiento de donde le resulto la Inmigración como un desafío central de la Moral Social.
Lampedusa, (2013) fue el comienzo para que el Papa sintonizara con los sueños rotos de tantos seres humanos y actualizara la pregunta: ¿Quién es mi prójimo? en sus viajes apostólicos, en sus encuentros con políticos y Jefes de Estado, en sus encíclicas y mensajes.
Comprender la Inmigración implica cambiar la perspectiva desde un enfoque político, hacia otro de misericordia. Francisco invito a una Iglesia en salida que rompiera el círculo de “sólo los puros” asimismo, hay que “salir del confort” de una ciudadanía excluyente, apegada a los nacionalismos, para abrazar a los expulsados de los sistemas económicos, políticos o religiosos. Misericordia para ver al inmigrante como un sujeto de descarte social, antes que como un criminal.
El Papa Francisco dejo un claro magisterio en sus mensajes anuales por las Jornadas de los Inmigrantes. En el año 2018 declaró: “A cada ser humano que se ve obligado a dejar su patria en busca de un futuro mejor, el Señor lo confía al amor maternal de la Iglesia.” El Papa sabe que hay hombres y mujeres de buena voluntad que se preguntan: “Y nosotros, ¿qué hemos de hacer?” y ofreció un programa conciso en los verbos: acoger, proteger, promover e integrar. El desarrollo de estos verbos nos dirige hacia la nueva actitud de corresponsabilidad global.
Comprender la visión del Papa Francisco sobre la Inmigración pide entrecruzar los hilos de sus enciclicas, compartir historias en una escucha sinodal para construir un puente de fraternidad universal, (Fratelli Tutti 2025) entender que Dios hizo un mundo para todos, y que en la Iglesia caben todos.
Poco antes de su muerte, el Papa envió una carta a obispos de los Estados Unidos de América, (02-11-25) recalcando otro de los hilos claves de este tejido: La conciencia rectamente formada. Formar nuestra conciencia es una tarea que no termina, meditar la parábola del Buen Samaritano para educarnos en el reconocimiento permanente de la dignidad de cada ser humano, esto nos provee de un sensor interior para identificar las faltas a la dignidad de las personas sobre todo a las más vulnerables como son los inmigrantes. Si afirmamos la dignidad infinita de todos, crece también nuestra propia dignidad como personas y como comunidades.
Petra Alexander es la Directora de la Oficina Diocesana de Asuntos Hispanos