Obispo Barnes

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

 En este Año Jubilar de la Misericordia, nuestro Santo Padre nos llama a dar testimonio de la misericordia y de seguir el ejemplo de Dios como seguidores misericordiosos, de perdón y de amor.

 Un medio importante para aprender y vivir la misericordia de Dios es la escuela católica. A medida que entramos la Semana de Escuelas Católicas quiero ser claro en mi apoyo entusiasmado por la educación católica y avisarles de una nueva carta de mis hermanos obispos de California y yo, “nuestras escuelas católicas en California: Un Pasado estelar, un futuro robusto. “

 La carta llega en un momento en que tenemos que reconocer que el panorama de la educación católica ha cambiado mucho desde los tiempos en que existían nuestras escuelas y prosperaban en gran medida a través de la dedicación del ministerio de las religiosas. Los factores culturales y económicos han cambiado. La escuela católica no es la opción preferida para la mayoría de las familias católicas como lo era antes.

 Este es un desafío que vale la pena nuestro esfuerzo, porque la educación católica sigue siendo una poderosa herramienta de formación espiritual y una carretera para el éxito de nuestros jóvenes. Le pido a los sacerdotes y religiosos que dirigen nuestras parroquias y a las familias católicas, que miren la educación católica con nuevos ojos, a que participen en su salud y su sobrevivencia.

 Se inicia con la reflexión sobre las acciones que nosotros, los obispos de California estamos recomendando en nuestra carta:

 Los párrocos y líderes escolares se concentrarán en el reclutamiento de más niños católicos. 

 Los niños y las familias con una fuerte participación en la vida parroquial y la educación religiosa serán invitados a inscribirse en las escuelas católicas y se les ayudara financieramente, cuando sea posible.

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Hermanos y Hermanas en Cristo, 

iLa Paz este con ustedes! Al leer y reflexionar sobre la vida de nuestro Señor Jesucristo en los Evangelios, es evidente que aunque el Señor atendió a muchos, hubo ciertos grupos de personas por quienes se preocupó de manera muy particular y a quienes a manudo tenia en su mente y en su corazón. Uno de estos grupos fueron los enfermos. Escuchamos esta realidad en el Evangelio de san Mateo, “Cuando Jesús desembarcó y vio aquel gran gentio, sintió compasión de ellos y sanó a los enfermos que traian”. 

 Cada uno de nosotros necesita que la fortaleza y la gracia de Dios nos acompañen en cada paso del camino de la vida. Sin embargo, como sabemos muy bien, es en esos momentos específicos y tiempos difíciles en que enfrentamos dolor y enfermedad cuando necesitamos mas de la presencia del Señor. Es a menudo en esos momentos de enfermedad que es facil para uno cuestionar su fe. Las escrituras nos recuerdan que nuestro Señor Jesús no nos abandona ni se niega a escuchar el clamor de su pueblo. Como Iglesia, estamos llamados a acompañar a nuestros hermanos y hermanas precisamente en estos mementos. 

 Me comprometo, como Pastor Principal de esta Diócesis, junto con nuestros fieles sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y líderes laicos, a atender a nuestro pueblo en momentos de enfermedad. A ninguna persona se le debe negar, nunca, el abrazo cálido y amoroso de nuestro Señor en momentos de enfermedad. Como misioneros de Jesús, es nuestra responsabilidad atender a nuestros hermanos y hermanas que sufren agonía, dificultad, y dolor. 

Por Obispo Gerald Barnes

Estoy en el tiempo tal vez más atareado de mi año, es decir, el Tiempo de las Confirmaciones. Es realmente una experiencia alegre y vivificante para mí ofrecer este Sacramento a tantos miles de personas que con él completan su iniciación plena en nuestra fe católica. Pero con el tamaño de nuestra diócesis y con el número de personas a confirmarse, es una agenda que demanda cierta cantidad de energía. Quiero expresar mi gratitud al Obispo del Riego y a nuestros dos Vicarios Episcopales, el Padre Romy Selección, MS, y el Padre Rafael Partida, quienes me han ayudado a celebrar algunas Misas de Confirmación. Quiero agradecer también a quienes coordinan estas hermosas liturgias en las parroquias, y a los catequistas que preparan a los Confirmandos para este paso tan importante en su jornada de fe. Por último, pero ciertamente no menos importante, mi reconocimiento a las familias que plantaron y cultivaron las semillas de la fe en sus hijos desde el comienzo y los que apoyaron y acompañaron a los adultos que recibieron el Sacramento de la Confirmación esta temporada. Hubo un total de casi 8,000 niños y adultos que fueron confirmados este año! 

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