Por el Padre Manuel Cardoza

Mis hermanos y hermanas, la semana pasada conmemoramos el 4 de julio, en el cual recordamos estas palabras “Entendemos que estas verdades son evidentes, que todos los hombres son creados iguales, que están dotados por su Creador con ciertos Derechos inalienables, que entre ellos están la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad.”

Sin embargo, esta verdad que “todos los hombres son creados iguales” ha sido negada, disminuida y, en algunos círculos, destruida.  Desde los principios de la fundación de nuestra Nación, hemos tenido amo y esclavo, humano y propiedad, libre y prisionero y la creencia que “todos los hombres son creados iguales” era solamente una idea escrita en papel, en vez de una realidad viva.  A través del curso de la historia de nuestra nación, ha habido esas voces proféticas, retando esta hipocresía que se vivía, pero como fue el caso con muchos de los profetas en el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento,  fueron recibidos con desdén, odio y algunos fueron asesinados por proclamar lo que estaba escrito, que “todos los hombres son creados iguales”

Hoy vemos una nueva generación de profetas, retando la hipocresía que se vive y exigiendo que vivamos lo que fue escrito en la Declaración de independencia, que “todos los hombres son creados iguales.” Muchos han respondido al llamado, mientras que otros niegan que existe un problema.  Vemos personas de color, personas jóvenes y ciudadanos y no-ciudadanos de todas etnias alzando la voz y exigiendo acción de los líderes de la nación; a nivel nacional, estatal, y local. Vemos esta coalición de personas caminando juntas exigiendo una nueva manera de vigilar, y poner un final a prácticas, pólizas y una cultura policial que trata a personas de color, inmigrantes indocumentados y documentados; los pobres y marginalizados como enemigos de combate que necesitan ser suprimidos y encarcelados; vemos que esta coalición está exigiendo una reforma fundamental en la contratación de policías, del equipo que se utiliza, como responsabilizar a los oficiales y el tipo de entrenamiento que reciben.

Además, se están haciendo preguntas sobre cómo conmemoramos y celebramos la historia de nuestra nación y como esa historia ha impactado cada grupo que vive en los Estados Unidos.  Nadie es inmune a esta historia y ha habido aquellos que se han beneficiado en gran medida de las decisiones que se han hecho, mientras que hay otros que han sido impactados de manera terrible y negativa por las decisiones que fueron hechas antes de que nacieran.  Estas son conversaciones que necesitamos tener y a veces nos van a hacer sentir nerviosos, defensivos, enojados, tristes y resistentes a reconocer que nuestra Nación se ha quedado corta a través de su historia. Necesitamos reconocer que los símbolos y los monumentos que glorifican a la Confederación e intentan disminuir el principal motivo por el cual fueron construidos deben ser eliminados del ámbito público y puestos en museos, no para ser glorificados, pero para explicar que la Confederación fue fundada para sostener la idea de la supremacía blanca y la creencia repugnante y demoniaca que el estado natural de las personas negras es la esclavitud.

Mientras que los símbolos y estatuas que glorifican la Confederación son un caso claro, otros no están tan claros y tenemos que reconocer la complejidad de la historia, del ser humano y de aplicar nuestros criterios modernos a figuras históricas. Es aquí donde necesitan ocurrir las conversaciones, donde necesitamos mirar la historia y basar estas decisiones sobre quién deberá de ser conmemorado y honrado, no en pura emoción, pero en las contribuciones hechas por cada individuo en defender la dignidad de la persona humana o en establecer algo que por su naturaleza ha beneficiado a la humanidad. Claro, que habrá desacuerdos y tenemos que reconocer que habrá limitaciones cuando se trata de quien hará estas decisiones y por esta razón se debe hacer un esfuerzo honesto de mirar la historia y la cultura desde varias perspectivas, no solamente desde la perspectiva de la cultura dominante. Además, tenemos que reconocer que los seres humanos tienen la capacidad para el bien y el mal y que estas conversaciones serán complejas dada esta realidad; sin embargo si alguien es glorificado por defender un mal fundamental, como la esclavitud, la supremacía étnica, el eugenismo, el racismo, o una negación absoluta de la dignidad del ser humano, entonces esos individuos no deberían de ser glorificados ni mostrados como modelos, pero deberían de ser rechazados de manera inequívoca.

Como Cristianos, también tenemos que reconocer el papel histórico que la Iglesia ha jugado en promover una perspectiva mundial Eurocéntrica, en vez de una perspectiva mundial basada en el Evangelio, que respeta a las culturas y cuya meta final es guiar a cada cultura y persona a la Buena Nueva de JesuCristo. Ha habido preguntas sobre ciertos individuos, incluso aquellos que han sido reconocidos como Santos por la Iglesia Católica.  Para el Cristiano, es imperativo que entendamos y reconozcamos que incluso aquellos que han sido reconocidos como Santos, fueron humanos y fueron influenciados por la cultura de su tiempo.  Dicho esto, ha habido Santos, como San Junípero Serra, quien defendió la dignidad del ser humano, incluso mientras aquellos con quienes la Iglesia estaba aliada buscaban disminuir esta dignidad y esto tiene que ser reconocido. Dentro de nuestra historia Católica, reconocemos los pecados, errores, limitaciones y fallas de los Apóstoles de Jesús; eran productos de su tiempo y su cultura. Sin embargo, reconocemos sus éxitos; en traer la Luz del Evangelio a las naciones, de defender la dignidad del pobre, el abandonado, la viuda, el huérfano, el marginalizado y el no-nacido. Hasta la fecha, vemos los frutos de sus labores todos los días, en la manera en que la Iglesia es reconocida como una de las mayores organizaciones caritativas en la historia de la humanidad, y de la manera en que sus miembros continuamente defienden la dignidad del ser humana en todas sus formas.

En la historia de nuestra Nación, este es uno de los periodos más difíciles que jamás ha ocurrido.  En la sombra de la pandemia global que ha impactado a todas las personas, la falta de liderazgo a varios niveles, el híper-partidismo y una fuerte desconfianza de las instituciones, como la familia, la religión, el gobierno, los expertos y los oficiales de la ley, nuestra nación y nuestra Iglesia, tiene que responder a estas preguntas que están surgiendo sobre nuestra historia, nuestra realidad vivida actual, las hipocresías que se viven nos han llevado a la pregunta fundamental que se está haciendo por aquellos que están “cansados de estar enfermos y cansados”; ¿cuando viviremos las palabras revolucionarias escritas en la Declaración de Independencia, “que todos los hombres son creados iguales”?