artículo escrito por Petra Alexander

El mes de enero se señala como un tiempo para la concientización sobre el tráfico humano. El Departamento de Inmigración considera dos aspectos: La trata de personas y el contrabando humano.  Por trata de personas se refiere al sometimiento de una persona para trabajos sexuales comercializados, ya sea por coerción o a la fuerza. También se le llama tráfico sexual, y abarca el reclutamiento, la transportación, hospedaje y  prestación y obtención de servicios. El contrabando humano, también se llama tráfico ilícito de migrantes, se refiere a introducir personas al país de manera ilegal con fines de trabajo.

La trata de personas para un mercado laboral o, sexual deja enormes ganancias a las redes que lo organizan y lo realizan. Pero deteriora la dignidad de la persona y rompe los derechos humanos de manera lamentable.  Aunque parece que hay bastantes leyes que protegen, existen miles de víctimas que se convierten mercancía  ofrecida al mejor postor.  El V Encuentro contempla este problema como uno de los desafíos en el área ministerial   # 20. Y es que el tráfico humano afecta a numerosos hispanos, mayormente a las mujeres. Los inmigrantes indocumentados que desconocen la lengua y la cultura quedan atrapados en estas redes del mal.

En el tráfico humano referente al trabajo, se dan casos de trabajadores amenazados, que realizan contra su voluntad trabajos peligrosos o clandestinos, incluso sometidos a esclavitud. ¿Qué señales pueden darnos esta alerta? Que estos trabajadores no cuentan con ninguna identificación, se las han retenido, no pueden comunicarse libremente; tiene deudas con su empleador que deben saldar; reciben constantemente instrucciones y no pueden dejar su trabajo libremente.  En la trata, la mayoría de las veces, las víctimas llegan por engaño, jóvenes que reciben promesas entran al país y después les dicen que su trabajo consiste en algo que no eligieron, están obligados a ofrecer sexo comercial, ya sea en establecimientos o en la calle. Suelen ser personas vigiladas, no pueden entablar comunicación libre con sus familiares o amigos y no tienen libertad para moverse, no les permiten participar de eventos sociales o religiosos.

La Iglesia nos pide en primer lugar, mantener nuestra atención a este problema, estar informados y conocer las leyes de protección, las agencias que pueden brindar ayuda. Siempre corremos la tentación de mirar para otro lado ante alguna señal de alerta sobre tráfico humano, pero si pasamos de largo eludiendo complicarnos la vida, estamos muy lejos del buen samaritano. Se sabe que alrededor de los lugares de gran movilidad: aeropuertos, puertos, cruces de autopistas; fronteras, cerca de los grandes eventos festivos o deportivos, se gestiona la movilidad de personas para dar estos servicios. De manera prioritaria, sabemos que en el tráfico humano se juega la integridad de numerosos menores de edad. Entre las recomendaciones que el V Encuentro da, sugiere que se forme un equipo entre el liderazgo de varias parroquias. Luchar contra este enorme problema requiere de nuestras parroquias que  tengan buenas relaciones con las agencias que aplican la ley, que se ofrezca en talleres y actividades para dar a conocer este problema, de una red de contactos o grupos que trabajan contra el tráfico Humano. Cuando una víctima del Tráfico Humano es devuelta a la normalidad, se requiere acompañamiento, ayuda profesional y apoyo comunitario. El mes de enero es también el mes de la vida, en el área Ministerial # 25, el V Encuentro nos urge a integrar el gran problema del Tráfico Humano en los temas de la Vida, donde se juegan el valor y la dignidad sagrados de cada persona. De manera que hay tanto por hacer, sin olvidar, que el camino más largo comienza con el primer paso.