Por Mario y Paola Martinez

Los valores que promueve nuestra Iglesia Católica con respecto a la sexualidad son patentemente contraculturales, como lo es prácticamente todo el Evangelio de Jesús, ya que plantea el perfeccionamiento del ser humano mediante su plena armonía con el amor de Dios. El Vaticano II nos ha enseñado que La Iglesia no se cansa de recordar que no puede haber una contradicción real entre las leyes divinas de la transmisión de la vida y los procedimientos para conservar el auténtico amor conyugal. El tema tres de la Carta Pastoral de los Obispos, «Matrimonio: Amor y Vida en el Plan Divino», presenta el matrimonio como una «Comunión de Amor y Vida» y nos ayuda a comprender el propósito unitivo y procreativo del matrimonio.

Mary Healy profesora de Sagrada Escritura en el Seminario Mayor del Sagrado Corazón en Detroit, Michigan y conferencista internacional sobre temas relacionados con las Escrituras, la evangelización, la curación y la vida espiritual expone que «en cada concepción de una vida humana, Dios ejecuta un nuevo acto de creación. Una nueva persona llega a existir, una nueva cara reflejará la imagen de Dios en el mundo de una manera en que nunca había sido reflejada antes.»

El Papa Francisco nos recuerda en Amoris Laetitia que «El amor siempre da vida. Por eso, el amor conyugal «no se agota dentro de la pareja [...] Los cónyuges, a la vez que se dan entre sí, dan más allá de sí mismos la realidad del hijo, reflejo viviente de su amor, signo permanente de la unidad conyugal y síntesis viva e inseparable del padre y de la madre.»

Uno de los ataques contra la dimensión unitiva y procreativa del matrimonio es el uso de los métodos anticonceptivos artificiales, que atentan contra el plan de Dios para el matrimonio y acarrean consecuencias severas, como profetizó el Papa Pablo VI en Humanae Vitae. Christopher West, autor y orador católico y experto en la serie de discursos de audiencia del Papa Juan Pablo II titulada Teología del cuerpo acentúa que «si hay un problema detrás de la opresión de las mujeres, es el fracaso de los hombres en tratarlas decentemente, como personas. La anticoncepción es, sin duda, una forma de mantenerlas atadas a sus cadenas.»

El reconocido líder Indio Mahatma Gandhi declaró alguna vez que «Los métodos anticonceptivos son como poner un premio al vicio. Hacen a los hombres y mujeres atrevidos…ya el hombre ha degradado suficientemente a la mujer para su lujuria, y la anticoncepción, no importa el buen propósito que tenga, la seguirá degradando más.»

La planificación familiar natural abraza la dimensión unitiva y procreativa del amor conyugal y es una respuesta amorosa al plan de Dios para las parejas casadas. En Amoris Laetitia, el Papa Francisco nos recuerda la belleza de la pareja de esposos y sus hijos, sabiamente dirigiendo su mirada al Salmo 128 cual dice «El hombre y su esposa están sentados a la mesa, los hijos que los acompañan «como brotes de olivo» (Sal 128,3), es decir, llenos de energía y de vitalidad. Si los padres son como los fundamentos de la casa, los hijos son como las “piedras vivas” de la familia.»

La Iglesia una y otra vez nos recuerda que el propósito de sus enseñanzas sobre la moralidad sexual no es para sobrecargar a las parejas con más requisitos, sino liberarlas a través de la verdad. Solamente la verdad sobre la persona humana, sobre el matrimonio, sobre el amor y el don de la fertilidad ofrece la felicidad que viene por medio de la libertad.

(Para descargar la carta pastoral y/o para obtener información sobre recursos de planificación familiar natural lo invitamos a visitar sbmarriageinitiative.org)

Mario y Paola Martínez son los co-directores de la Oficina de Pastoral Matrimonial y Familiar de la Diócesis de San Bernardino.