Sobre la dignidad del trabajo; más de una manera de ganarse la vida

por Hermana Mary Garascia, C.P.P.S

Todavía recuerdo donde se sentaba un jugador popular de fútbol americano en la preparatoria donde yo enseñaba Historia Estadounidense hace décadas. Un día lo estaba regañando por sus bajas calificaciones.  Me dijo con una sonrisa que me desarmó, “Ay Hermana, véalo de esta manera: ¡sin mí, no tendría una curva de calificación!” Los dos nos reímos.  Era una respuesta innovadora.  En esta escuela que preparaba a los estudiantes para la universidad, él había encontrado su camino hacia la aceptación personal y social.  El entendía que él no era un científico espacial.  El no pensaba que su valor futuro estuviera en lograr grandes cosas para una empresa Fortune 500, en descubrir la cura del cáncer, en escribir un gran libro, o en hacer ninguna de las cosas que David Brooks llama “virtudes del currículo,” en su libro, “El camino hacia el carácter.”

COVID nos ha hecho conscientes de los “trabajadores esenciales,” no solamente de las personas altamente cualificadas, pero la multitud de otros trabajadores esenciales: trabajadores campesinos, asistentes de salud en el hogar, trabajadores de limpieza de edificios, empleados de almacenamiento, trabajadores de tintorería y lavandería, personas de mantenimiento, propietarios de tiendas pequeñas como gasolineras, empleados de diferentes empresas...en resumen, una multitud de personas que hacen los varios trabajos en los que dependemos para que el mundo siga corriendo.

Esto me llevó a pensar sobre el Día del Trabajador y el trabajo. ¿Tenemos un buen idioma católico sobre el trabajo, sobre la labor- palabras que inspiran a las personas que tienen trabajos de bajo estatus (pero esenciales)?  Por ejemplo, nuestro Catecismo Católico de los Estados Unidos (p.423) habla sobre el trabajo como “más de una manera de ganarse la vida; es una forma de seguir participando en la creación de Dios.” ¿Cómo se relacionan estas palabras a una persona que limpia baños todo el día en un aeropuerto ocupado? El Catecismo Universal de la Iglesia Católica dice que el trabajo honra los dones y talentos del Creador recibidos por él.  Sin embargo, los talentos no se distribuyen por igual, como lo sabía mi estudiante que jugaba fútbol americano. Y la sociedad otorga valores artificiales sobre el trabajo, y por lo tanto el limpiar excusados no se reconoce como importante mientras que manejar un portafolio de acciones sí. El Catecismo también se refiere al trabajo como deber, y como sufrimiento-”cargar la cruz, diariamente, en el trabajo que está llamado a lograr.” El deber y el sufrimiento no son cosas que atraen, la idea de que estamos “llamados” a hacer un trabajo, mientras que se oye bonito, quizás quede mejor con aquellos que pueden cursar estudios superiores y obtener posiciones importantes en la Iglesia y la sociedad.  ¿Existen otras maneras de hablar sobre el trabajo que honran de mejor manera la dignidad de todos los tipos de trabajo?

El libro de David Brooks sugiere que deberíamos enfatizar cómo trabajamos, en vez de en qué trabajamos o lo que logramos. El dice que debemos de enfocarnos en las virtudes de carácter en vez de las virtudes del currículo.   Las virtudes de carácter son bondad, compasión, amor, humildad, sabiduría, valentía, e integridad para nombrar solo algunas-o quizás pensemos en la bondad, benevolencia y valentía que el Congresista John Lewis constantemente enfatizaba.  No importa lo que sea el lugar de trabajo, es un ambiente para practicar las virtudes; y practicarlas desarrolla y profundiza los carácteres humanos individuales, santifica el lugar de trabajo, y lleva a una vida bien vivida.

Dios también trabaja.  La actividad y trabajo de Dios es crear, conservar y sostenernos a través de una relación de presencia constante y fiel.  Este trabajo también es nuestro.  Nuestra labor es crear un mundo más humano.  Participamos en este trabajo santo cuando ayudamos a crear gozo y posibilidad, cuando ayudamos con la reconciliación, cuando alzamos la voz y apoyamos a aquellos que hablan en contra de las injusticias, el fraude, el bullying, el asesinato del carácter, y otros comportamientos destructivos en los lugares de trabajo, y cuando nos comprometemos a los demás a largo plazo en amistad amorosa.  Estas son habilidades de trabajo que todos necesitamos tener.

Jesus nos dio la espiritualidad del trabajo como servicio a través de sus palabras y acciones.  El servicio es la idea que abarca el trabajo escondido de los trabajadores esenciales, y también el trabajo generativo de los maestros, padres, y abuelos.  Pero nuestra labor sirve no solo para aquellos cerca de nosotros o nuestros patrones. Nuestro servicio es para Dios y para el universo mismo.  Louis Savory en su libro, “Teilhard de Chardin sobre la moralidad; vivir en un mundo en evolución,” dice lo siguiente: “Transformar el planeta con creatividad, compasión, amor, y una conciencia que abraza todas las cosas es nuestro verdadero trabajo durante este tiempo en la tierra, no solo pasar por la vida y ganar el cielo.” Y “en un mundo en evolución, esta es tu nueva obligación moral-ayudar a construir el Cuerpo de Cristo. No existen reglas claras sobre cómo hacerlo. Tu contribución te toca a ti descubrirla.” ¡Esto nos da a todos la perspectiva correcta! Todos tenemos una parte limitada y humilde en este gran trabajo que pasaremos a aquellos que vendrán después de nosotros por eones.

Muchas veces me he preguntado que acabó haciendo mi estudiante que jugaba fútbol.  Fuera lo que fuera, espero que acabó por tener la dignidad inquebrantable de la mesera que fue entrevistada por Studs Terkel para su libro bestseller en 1974 “Trabajar.” Si alguien le preguntaba, “por qué solamente eres una mesera,” ella respondía: “¿No piensas que mereces que yo te sirva?”


 

La hermana Mary Garascia, PhD (Doctorado en Teología), es miembro de las Hermanas de la Preciosa Sangre de Dayton Ohio, donde ahora reside. Hasta hace poco vivía y ejercía su ministerio en El Santo Nombre de Jesús en Redlands. Puedes seguir sus blogs semanales de las Escrituras dominicales en PreciousBloodSistersDayton.org.

Feature

Improvisar, adaptar y superar.

Las parroquias a través de la Diócesis han seguido el dicho de la Infantería de Marina mientras enfrentan la pandemia del COVID-19 y siguen adelante con Misas al aire libre que permiten que los niños experimenten el momento inolvidable de su Primera Comunión.

“Será un día memorable para ustedes recordar que no solo fueron el primer grupo del 2020 en recibir la Primera Comunión en Santa Marta sino los primeros en recibir la Primera Comunión al aire libre,'' dijo el Padre Carlos Martinez al grupo pequeño reunido en el estacionamiento de la parroquia.

Como es el caso con las Misas regulares y otras liturgias Sacramentales como la Confirmación, el Bautismo y las Bodas, las Misas de Primera Comunión actualmente se están celebrando al aire libre. La asistencia es limitada a 100 personas, se observan los seis pies de distanciamiento social, y todos usan mascarillas faciales.  También, bajo las Directrices Diocesanas, los que reciben la Primera Comunión reciben el Cuerpo de Cristo, pero no la Sangre de Cristo.  La copa no se debe ofrecer en este momento en ninguna de las Misas de la Diócesis.

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Muchas familias están aplaudiendo la persistencia de sus parroquias en ofrecer el Sacramento en medio de la pandemia.

“Que mi niño reciba la Primera Comunión durante la pandemia significa que ni la pandemia puede parar la gracia de Dios,” dijo Nereida Orozco Beltran de la Parroquia Santa Francisa de Roma en Wildomar.  También es un recordatorio que siempre deberíamos mantenernos cerca de Dios incluso durante tiempos inciertos.”

Beltran dijo que su hijo, Ivan, estaba tan nervioso días antes de la Misa que practicó como iba a extender sus manos para recibir el Cuerpo de Cristo y decir ‘Amen.’

“Oh, cómo me gustaría que estuvieras tan emocionado al practicar tu fe por el resto de tu vida,” escribió ella en una publicación en las redes sociales.

Santo Tomás el Apóstol celebró sus Misas de Primera Comunión en cuatro sábados consecutivos comenzando el 8 de agosto.

“También estamos agradecidos de que nuestra parroquia continúa siendo un lugar de nutrición espiritual para todos, especialmente para nuestros niños'', escribió el Padre Resti Galang, M.S.P., administrador de la parroquia.  “¡Les deseamos que crezcan en fe y en el amor de Jesús!”

Otras parroquias han elegido celebrar sus Misas de Primera Comunión a través de varios meses, incluyendo la Parroquia de Santiago el Menor en Perris, en donde 325 niños recibirán su Primera Comunión durante 13 Misas hasta noviembre.  La parroquia de Santa Catalina de Siena en Rialto proveerá el Sacramento al mismo número de niños en 26 Misas hasta septiembre.  La Parroquia de San Francisco de Asís en La Quinta ha escogido ofrecer la Primera Comunión en las Misas Dominicales al aire libre, proveyendo el Sacramento a 150 niños.

Unas cuantas parroquias pudieron celebrar sus Misas de Primera Comunión antes de mediados de julio cuando la Orden Estatal prohibió las celebraciones religiosas bajo techo en los condados con altos números de casos de COVID-19.  Tanto los condados de San Bernardino como los de Riverside fueron incluidos.  Las parroquias de San Pedro y San Pablo en Alta Loma, San Felipe Neri, Lenwood y el Sagrado Corazón en Riverside celebraron Misas de Primera Comunión bajo techo a finales de junio y principios de julio.

“Ella estuvo tan feliz al poder finalmente hacerlo,” dijo la parroquiana del Sagrado Corazón Lily Valdez de su ahijada (y sobrina), Sophia, quien recibió su Primera Comunión el 13 de julio.  “Era un sueño que ella tenía.  Ella está bendecida.  El tiempo de Dios siempre es perfecto.”

Mientras que muchas familias estuvieron felices que sus parroquias hicieron cambios para poder ofrecer las Misas de Primera Comunión durante la pandemia, algunos han elegido posponer la participación de sus hijos hasta que las restricciones sean levantadas.  Esto incluye 32 familias en la parroquia de San Antonio en Upland, 45 familias en la parroquia de Santa Catalina de Alejandría en Riverside y 17 familias en la parroquia de San Luis en Cathedral City.

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