Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
Hoy recibimos con gran júbilo la noticia de la elección de nuestro Santo Padre el Papa León
XIV.
Confiamos en que la sabiduría y la guía del Espíritu Santo nos dieron un nuevo pastor.
Unámonos en oración por el Papa ahora que emprende su servicio como líder de nuestra Madre
Iglesia.
El Papa León XIV enriquece a nuestra Iglesia con muchas bendiciones y perspectivas
importantes. Los estadounidenses celebramos de forma especial pues, en la historia de nuestra
Iglesia, es el primer Papa nacido en los Estados Unidos. En mis años de ministerio en Chicago,
su ciudad natal, tuve la bendición de tratar con él en varias ocasiones. Me dio la impresión de
que es un ministro de Dios humilde y abordable. Al igual que su predecesor, el Papa Francisco,
tiene también un estrecho vínculo con Latinoamérica y el mundo hispano, ya que desempeñó su
labor pastoral como obispo en Perú.
Recordamos al último Papa León como defensor de la doctrina social católica, y el nombre
que escogió nuestro nuevo Papa apunta a que nos llamará a adoptar a mayor plenitud la
Doctrina Social Católica y nuestra responsabilidad de cuidar de los pobres y marginados. El
mundo clama por un líder que nos guíe en defensa de la dignidad de toda vida humana.
Estamos en la plenitud del Año Jubilar con su llamado a que seamos Peregrinos de la
Esperanza. Recibamos al Papa León XIV con ese espíritu. Le daremos tiempo para que nos
muestre su estilo pastoral y sus temas prioritarios, sin juicios adelantados ni especulaciones.
Haremos uso de nuestra práctica sinodal de escucha y discernimiento para interpretar su
mensaje. Y seguiremos orando por él cada vez que nos reunamos a la mesa del Señor para
celebrar la Eucaristía y en nuestras oraciones personales.
Jesús nuestro Señor nos pide que estemos atentos al presente, sin estancarnos en el pasado ni
preocuparnos por el futuro. Recordemos su llamado en este momento de transición de liderazgo,
viviendo la alegría de un nuevo comienzo y confiando en el sendero que Dios nos traza.
Gracias y que Dios los bendiga.
En el Amor de Cristo,
Obispo Alberto Rojas